ERIK H. ERIKSON, El ciclo vital completado, Paidós, México 1988, pp. 69-107.
El Modelo Psicosocial de Erikson considera que los cambios evolutivos no terminan en la adolescencia, sino que cree
que el ser humano experimenta cambios
psicológicos significativos durante toda
su vida: desde la concepción hasta la
muerte.
La adolescencia es un primer momento de crisis, donde el resultado positivo de la decisión y el cambio será una mayor identidad. En ella se ponen los fundamentos más profundos para ser fieles a un proyecto o plan de vida.
Los años de juventud que siguen permiten una serenidad en el mundo afectivo, descubrir que el amor verdadero requiere sacrificio, y se comprende mejor la intimidad. Estos binomios, identidad – fidelidad / intimidad – amor, se han de cuidar especialmente toda la vida, y serán el mejor aliento para superar las sucesivas crisis.
Los objetivos o resultados de un buen desarrollo, que permitirán afrontar las crisis, serán tres. El primero, superar el egocentrismo infantil. Tenemos una más o menos radicada tendencia a mirar todo en relación a nosotros, que debe dar paso a los demás, a la consideración de sus necesidades. Esto no excluye la preocupación por la propia salud y el descanso.
Lo segundo será tener una identidad clara: quién soy y para qué estoy en el mundo. Y lo tercero, la serenidad de una vida adulta.
No obstante, es en la vida adulta cuando pueden aparecer las peores crisis. En torno a los 35-40 años, se conoce la llamada crisis de mediana edad. Dante comenzó La Divina Comedia cuando tenía 35 años, con estos versos:
«A la mitad del camino de nuestra vida, me encontré en una selva oscura, porque había perdido la buena senda. ¡Y qué penoso es decir cómo era aquella selva tupida, áspera y salvaje, cuyo recuerdo renueva el pavor!»
DANTE ALIGHIERI, La divina comedia, BAC, Madrid 1994, Infierno, Canto I, p 21.