"Sólo cuando tengamos el coraje de enfrentar las cosas tal y como son, sin ningún autoengaño o desilusión surgirá una luz de los acontecimientos con la que reconoceremos el camino al éxito". I. Ching.
Muchos seres humanos tarde o temprano tienen una caída que se pudo haber evitado con un viaje previo hacia el interior. De ahí la necesidad de autocuestionarse: ¿Qué estoy escondiendo? ¿Cuándo me enfrentaré a la verdad? ¿Tengo que tocar fondo? Es necesario recurrir a la espiritualidad para buscar la serenidad para aceptar las cosas que ni siquiera se sabe si se pueden cambiar.
La sombra es oscura, es secreta y puede ser peligrosa. La sombra es todo lo que no queremos o queremos que los otros vean. Las cosas que se esconden, sobre las que se miente, no sólo a los demás sino incluso a sí mismo. Ahí están esos monstruos que salen de sus cuevas a media noche. Ese lado oscuro, intrínseco, dentro de cada uno y que se intenta esconder. Porque desde una edad temprana que esos no son componentes aceptables. Si se quiere conocer un aspecto del alma tenemos que expresar el otro aspecto del alma para que haya un equilibrio.
Hola oscuridad, mi vieja amiga, tengo que hablar contigo otra vez... No puedes decir que no tienes sombra cuando estás ahora en la oscuridad. La sombra se muestra de muchas formas: actos deshonestos, engaño, gula, gritos, alcohol, pornografía, fraude, etc.
La sombra está hecha de los pensamientos, las emociones e impulsos que encontramos demasiado dolorosos, embarazosos o desagradables para aceptarlos, por lo que en lugar de ocuparnos de ellos, los reprimimos. Muchas personas viven en la negación de sus sombras individuales e incluso en la negación de las sombras colectivas (guerras, injusticia social, pobreza); las instituciones no reconocen sus propias sombras y ni siquiera las entienden siendo una manifestación real del mal.
Las personas que expresan una moral autorrestrictiva son las que normalmente tienen una sombra más oscura y profunda. Instituciones religiosas que declaran las manifestaciones sexuales como pecado terminan engendrando pedófilos o pederastas y estas no son más que expresiones de su propia sombra colectiva. De hecho, la sociedad en general es como el titanic que va directo hacia un iceberg y prefiere seguir así para no tener que violentarse con cambios bruscos.
Todo lo que se expande se tiene que contraer y todo lo que sube tiene que bajar. La gente tiene que enfrentarse con sus sombras, han estado viviendo por todo lo alto, con vidas maravillosas pero cuando no se ha afrontado la cara contraria, cuando no te has hecho a tí mismo, si no te has trabajado, si no has estado en tu interior explorando y limpiando tu casa, vas a tener problemas.
El nacimiento de nuestra sombra ocurrió cuando éramos muy jóvenes, antes que la mente lógica pensante estuviese lo suficientemente desarrollada como para filtrar los mensajes que recibimos de nuestros padres, cuidadores y del mundo en general, incluso si teníamos los mejores padres. Inevitablemente nos avergonzamos por mostrar ciertas cualidades y recibimos el mensaje de que algo de nosotros no era bueno, de que había algo malo en nosotros o de que éramos "malos". Estos mensajes se introducían en nuestro inconsciente como un virus de ordenador alterando la percepción de nosotros mismos y dañando nuestro saludable sentido del ego.
Cuando reprimimos cualquiera de estas cualidades vivimos en la negación de todo lo que somos. Por supuesto, hay una base diferente dependiendo del entorno. Por ejemplo, si creciste en una familia de obreros y tu anuncias que quieres tocar el piano o que quieres convertirte en artista, esta cualidad artística va a ser recibida de forma negativa y tu tendrás que reprimirla. Por otro lado, si creces en una familia de artistas o intelectuales y anuncias que quieres empezar a trabajar en la construcción o que quieres ser un futbolista, esto será también percibido como algo negativo. Tratamos con todo nuestro poder de fingir que no somos eso que odiamos, de hecho probarlo es una tarea importante para el ego herido, una tarea que el ego cree que es vital para su existencia. El ego herido debe esconder todo lo que creemos que es inaceptable sobre nosotros mismos. Para cumplir esta tarea él construye una máscara para probar a los demás que no tenemos tantos defectos, no somos tan inferiores, sin valor y malos como podemos temer que somos. A ninguno de nosotros le gusta admitir que tenemos estas series de inseguridades, por tanto, para ocultarlas, creamos un personaje a una edad muy temprana. Empezamos a envolvernos a nosotros mismos en un nuevo paquete que creemos que nos traerá el amor, la atención, y la aceptación que tanto ansiamos. Creamos personajes para poder tener nuestro sitio.
Muchos tienen una vida pública y una vida secreta. Se trabaja duro para sentirse bien consigo mismo y un momento después se hace algo para sabotear esos sentimientos buenos. Llevamos máscaras que creemos que nos llevarán a donde queremos ir y nuestras máscaras tienen muchas formas: el abusador (Sadam Hussein), el encantador (Bill Clinton), el que lo consigue todo (Donald Trump), la buena persona, el intelectual, el bromista, el luchador, etc. Lo importante es aprender a identificar la propia máscara.
Nuestra máscara se convierte en nuestro presente, se necesita de la propia máscara para no mostrar al mundo que nuestros egos heridos están sufriendo. Las partes de nosotros que fueron juzgadas como malas o erróneas por los otros y ahora por nosotros mismos están literalmente gritando para salir, para ser libres y aceptadas y amadas como partes valiosas de lo que somos. Cuando nos negamos a nosotros mismos una salida segura para expresar nuestro lado oscuro se acumula y se convierte en una fuerza poderosa que es capaz de destruir nuestras vidas y las vidas de los otros.
Es como el efecto del balón en una piscina. Todo lo que rechazamos tenemos que mantenerlo por debajo de nuestra conciencia, tenemos que enterrarlo, pero al ser un dinamismo interno el hecho de sepultarlo implica que tarde o temprano aflorará como menos se espera. Mantener un balón bajo el agua requiere mucha energía. Sujetar el autoegoísmo, el autoenfado, el autodemasiado bueno, tu no lo suficientemente bueno, etc., equivale a sumergir una cantidad de balones e intentar mantenerlos todos sumergidos bajo el agua, pero cuando se está a la mitad de las posibilidades, cuando las defensas están bajas, cuando se pone la atención en una gran recompensa o premio pero en el momento menos pensado se pierde el control y pasa lo que pasa. Es lo que se ve a diario: el político que sorprenden "mal parqueado", el comunicador que hace un comentario desafortunado, el que estalló en furia, etc.
Cuando uno no se ocupa de la sombra, esa parte sale, se acercará sigilosamente y te pillará desprevenido en tu lugar de trabajo, en tus relaciones. Cuanto más intentamos reprimir de forma determinada estas cualidades indeseables más formas interesantes y a menudo maliciosas encontrarán para expresarse. Será como encerrar en el sótano a alguien que quiere salir, y hacen cosas ahí abajo para llamar nuestra atención hasta que las reconocemos y las dejamos salir, porque esos aspectos de nosotros mismos que no nos gustan salen a través de un proceso de desintoxicación, tienen que resurgir para ser liberados.
O lo vas a usar tú o te va a usar a tí
Nuestra sombra siempre se está escondiendo de sí misma
En lugar de confrontar nuestra propia oscuridad, proyectamos estas cualidades no deseadas en otros. Cuando proyectamos nuestra propia sombra suena como esto: "ella es tan egocéntrica, esa gente es idiota, qué perdedores... Temerosos de nuestra propia falta de valía y a la vez temerosos de nuestra propia falta de grandeza, inconscientemente proyectamos esas cualidades a otros en lugar de a nosotros mismos. Lo que proyectamos en pedazos de nuestra oscuridad abandonada o pedazos de nuestra vida abandonada, hasta que recogemos todo lo que hemos proyectado fuera.
Eso con lo que no podemos convivir no nos dejará en paz
Ken Wilber dice que si una persona o cosa en nuestro entorno nos informa, si recibimos lo que ocurre como una información, como un punto de interés, probablemente estamos proyectando.
Por otro lado, si nos afecta, si señalamos con el dedo juzgando, si nos conectamos con ello, lo más probable es que seamos víctimas de nuestras propias proyecciones. Basta pensar en alguien que nos disguste, nos moleste, o repulse y las características que más odiamos de ellos. En lugar de reconocer las cosas dentro de tí que no te gustan, las proyectas en otros. Las proyectamos en nuestras madres, hijos, amigos, o incluso mejor aún, en algunas figuras públicas que nunca conocimos.
La gente que odias también representa algún aspecto de tí mismo que tu no quieres. Por eso, date cuenta de lo que piensas o sientes cuando miras a esa gente.
Cada cual juzga como procede
Sea lo que sea que juzgamos o condenamos en otros es finalmente una parte de nosotros despreciada o rechazada.
El ego está para ayudarnos a sobrevivir, es mecánico, es reactivo. Cuando una energía negativa, agresiva, va dirigida a nosotros, el ego inmediatamente quiere defenderse y reaccionar.
Por supuesto, cuando reaccionas a una proyección te conviertes en esa proyección. Carl Jung, dice que la sombra es la persona que preferimos no ser. Por ejemplo, quien odia a los drogadictos termina descubriendo que él también es uno de ellos, lo mismo sucede con quien odia a los homosexuales, se han visto casos de quien condena la prostitución y luego termina recurriendo a ella; tal vez en su juventud tuvo alguna fantasía o deseo y al ser moralmente reprobable prefirió enterrar eso en el subconsciente.
En lugar de convencerte a ti mismo de que no eres todas esas cosas negativas, el trabajo con la sombra te anima a entrar ahí y estar con lo que te resistes, porque a lo que te resistes, persistirá.
Si no te ocupas de tu sombra ella se ocupará de ti
El coste de ignorar un patrón destructivo es que te vas a autodestruir, implosionarás en vez de explosionar.
Tenemos que ser conscientes de cada pensamiento que tenemos cada día ¿Qué queremos crear, nuestro cielo o nuestro infierno? ¿Cómo nos tratamos los unos a los otros? Porque somos el origen de todo lo que hay en nosotros.
Si rechazamos nuestra propia realidad el ego luchará contra nosotros
Es fácil amarte a ti mismo cuando te levantas sintiéndote fuerte y valioso pero ¿Cómo te vas a querer a ti mismo cuando te sientes roto? ¿o cuando te han herido o abusado de ti? Esto crea un conflicto cuando envejeces, porque esas fuerzas maravillosas que habíamos bloqueado en nuestra sombra tintinean en sus jaulas y, a veces, si estamos distraídos, salen a hurtadillas y nosotros y los que nos rodean pensamos ¿En qué estabas pensando? Y la respuesta es: no estaba pensando.
La represión de la sombra puede llevar al comportamiento destructivo
Tenemos que resolver las emociones no digeridas que están enterradas en nuestros cuerpos y dejan angustia en nuestras mentes. Tenemos que desenterrar, reconocer y abrazar todas las partes de nosotros que nos han causado tanto dolor y en el momento en el que lo hagamos, la luz de nuestra conciencia empezará el proceso de transformación. Descubrirá que hay oro que extraer en cada experiencia vivida, se aprende el perdón, la compasión, ayudan a ver la realidad con otros ojos.
Lo que no te mata te hace más fuerte
Todos hemos vivido experiencias positivas y negativas, la cuestión está en saber que se hace con todo ello. Dos personas pueden pasar por exactamente la misma situación a un nivel externo, pero internamente lo asimilan de forma completamente diferente. Por eso leemos historias increíbles de gente que vivió cosas terribles y siguen adelante viviendo vidas extraordinarias.
El oro que buscamos se esconde en la oscuridad
Bethoven a partir de un corazón destrozado, de la sordera desarrolló la pasión para crear. Obama nació de un padre negro que lo abandonó y de ahí surgió una necesidad apasionada de cambiar las cosas.
Todos nosotros sentimos vergüenza de las cosas que nos han pasado, todos hemos pasado por tiempos difíciles, nos enfrentamos a ello para poder calmar nuestras mentes, curar nuestros cuerpos y estar más cerca de los deseos de nuestro corazón.
No hay nada de qué avergonzarse porque todo el mundo tiene una sombra, si alguien no la tuviera sería patológico. Cuando abrazamos nuestra totalidad, experimentamos la libertad, se trata de aprender a abrazar con amor nuestra propia cruz.
Nuestro caparazón exterior, la imagen que proyectamos, nos protege del mundo, pero nuestro verdadero tesoro se esconde dentro. No se puede esconder la oscuridad con oscuridad, pero puedes encender la luz. Todo el trabajo que hacemos con la sombra es para llegar al punto en el que podemos perdonar.
La vergüenza puede devastar nuestro sentido del yo
La diferencia entre perdonar y condenar está en que perdonar es ver el corazón verdadero de la otra persona y esto va más allá de toda acción. Si nos aferramos en culpar a alguien, limitamos nuestro propio amor.
El mayor regalo del perdón es que nos libera. La gente necesita saber que ellos pueden conseguir ayuda, que no tienen que cargar con su vergüenza ellos solos, que no tienen que vivir con un secreto. Es la única forma de verte a ti mismo, es mirar la luz y la oscuridad y abrazarla.
El perdón no ocurre en tu cabeza hasta que no ocurre en tu corazón. No puedes avanzar si no perdonas y tendrás que perdonarte a ti mismo por llevarte lo que te pasó a un nivel tan profundo que te bloquea. El perdón es una oportunidad de crecimiento. Hay sabiduría en cada herida, siempre hay un futuro mejor esperándonos.