La ansiedad se puede confundir con el miedo (respuesta emocional ante una amenaza inminente), pero según el DSM-V el trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por:
a) Al individuo le es difícil controlar la preocupación.
b) La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante más días de los que han estado ausentes durante los últimos seis meses (Nota: En los niños, solamente se requiere un ítem):
1. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.
2. Fácilmente fatigado.
3. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco
4. Irritabilidad.
5. Tensión muscular.
6. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño inquieto e insatisfactorio).
c) La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
d) La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afectación médica (p. ej., hipertiroidismo).
e) La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad o preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valoración negativa en el trastorno de ansiedad social (fobia social), contaminación u otras obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras de apego en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos traumáticos en el trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia nerviosa, dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave en el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la esquizofrenia o el trastorno delirante.
Reflexión:
La actual cultura del bienestar ha llegado a enfatizar tanto el ideal de "sentirse bien" que sin proponérselo está dando lugar a individuos con poca tolerancia a la frustración.
En esta sociedad productora de sujetos ansiosos no solo se incrementa el consumo de ansiolíticos (opiáceos, sedantes) sino que deja en evidencia la realidad para la cual pocos están preparados.
La realidad es que el sufrimiento forma parte de la vida y que no basta con el sólo objetivo de controlar las emociones para poder vivir feliz.
En otras palabras, la cultura del bienestar es contraproducente porque además de propiciar la ansiedad no prepara a las personas para afrontar la vida con todo lo que ella implica. Específicamente el dolor, el miedo y la incertidumbre.
A pesar de los avances y el progreso humano aún estamos lejos del control y el dominio absoluto de la vida y el pretendido bienestar a toda costa.
El desafío consiste en buscar formas de vida buena para nuestra sociedad actual, y al respecto, la reflexión e investigación en la filosofía práctica y el aporte de otras disciplinas científicas como la psicología pueden dar origen a nuevos horizontes.